viernes, 19 de marzo de 2010

Por legalizar a Juanita



José Luis Avendaño


Ciudad de México a 18 de marzo de 2010.- Se recuerda la época de la prohibición, en los años 20 del siglo pasado, cuando gangters como Al Capone, impusieron su ley en las calles de Chicago, construyendo su fortuna con la producción, distribución y venta, ilegales, de alcohol. ¿Quién no se acuerda de Elliot Ness y sus Intocables? Ness no fue un policía común, sino tenía que ver con el fisco. Si Al Capone, el más célebre, fue a dar a la cárcel, no fue por sus crímenes y sus ilícitas actividades, sino por evasión de impuestos. ¡Cuidado con Lolita!

Cuando terminó Hoover, tiempo también de la Gran Depresión, y ascendió Franklin D. Roosevelt, entre sus primeras medidas fue terminar con la prohibición. Terminaron la violencia y las ganancias de la mafia, que tuvo que buscar otros terrenos lucrativos, que el crimen organizado crea e inventa.

Frente a la narcoviolencia, hay voces que se pronuncian por la despenalización del consumo, más que de la legalización de las drogas, en particular de la marihuana, que se considera una droga blanda, comparada al tabaco y al alcohol. Gente estudiosa de la planta amiga, como el sociólogo Juan Pablo García Vallejo, director de la Gaceta Canábica, ha documentado sobre las propiedades de la yerba, incluso las rituales.



Ex presidentes, como César Gaviria y Ernesto Zedillo, se han pronunciado a favor, igualmente escritores, como Carlos Fuentes y Gabriel García Márquéz.

La guerra declarada al narcotráfico, por Felipe Calderón, le ha resultado muy cómoda a Estados Unidos, porque la narcoviolencia se desarrolla del otro lado de la frontera. Una estrategia, hasta ahora, con más muertos que resultados, porque, entre otras cosas, no se les ha atacado en donde les duele: en sus ganancias. Un narco que se concibe como estructura corporativa y, por tanto, que se maneja por la lógica del mercado: cuestión de oferta y demanda. La primera, aquí, la segunda, allá, principalmente.

Es una demanda que presiona a la oferta, que encuentra siempre espacios de producción y reproducción, en un mercado oligopólico, es decir, de unos cuantos productores u oferentes. Aunque, en realidad, se trata de pocos distribuidores: los cárteles de la droga.

Los consumidores estadunidenses gastan 113 billones (miles de millones) de dólares al año en el consumo de 31.1 millones de libras (x 0.453 gramos) de mota (pot). Más de 100 millones de estadunidenses fuman marijuana; uno de cada 10, regularmente

Según cifras oficiales estadunidenses, más de 60 por ciento de las ganancias de los cárteles mexicanos de la droga provienen de la exportación y venta de cannabis en el mercado de Estados Unidos, el mayor consumidor del mundo. La mitad de la marijuana (sic) que se consume en EU es, en gran parte, de México, su mayor proveedor (más que el petróleo) de América Latina.

“Si la administración Obama desea, por una vez por todas, reducir esa inesperada ola de narcoviolencia, debe desmantelar la fuente primaria de ingresos de los barones de la droga, y ése es el tráfico de marijuana”, dice Paul Armentano, en su columna, del 17 de marzo, en la página electrónica Alter Net.

“La prohibición de la mariguana no reduce ni reducirá la demanda. Por lo tanto, es tiempo de regular la oferta”, es su conclusión. Es a través de su legalización es que se podrá quitarles el control en la producción y distribución de marihuana de las manos del crimen organizado, afirma. Sólo así disminuirá la narcoviolencia en México, asegura Paul Armentano.

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