miércoles, 28 de julio de 2010

La escritura y la reescritura de Monsiváis sobre las drogas

Juan Pablo García Vallejo

Ciudad de México 26 de julio de 2010.- Revisando una reedición del libro Los mil velorios. Crónica de la nota roja, que regalaron en el Día Nacional del Libro 2009, encontré una cita dónde se ve como Monsiváis escribía y volvía a reescribir y publicar sus ideas de forma más sencilla.

Así primero lo público en 1994, en la colección Alianza 100, luego lo volvió a reescribir como Vivir del narco en la revista Proceso, en agosto de 2004, y lo vuelve a publicar en 2009. El texto de 1994, lo titula de forma criptica como En los albores de la industria heterodoxa, dice lo siguiente:


“¿Sabía usted que…? En la dictadura de Porfirio Díaz entre 1888 y 1911, las importaciones de opio oscilan entre casi ochocientos kilos y cerca de doce toneladas. El consumo de opio en forma de láudano y otros compuestos opiados (para lectores de Poe, galicistas y enfermos) es práctica legal y frecuente, y en 1898 la empresa farmacéutica Bayer anuncia la heroína : “remedio para la tos”, y la Botica de Tacuba exhibe un anuncio terapéutico: “El mejor remedio para la tos es el jarabe balsámico a la benzoheroína, preparado por José Bustillos, hijos, Quintan Calle de Tacuba 78, México D. F., con cantidades perfectamente dosificadas de heroína, bromorfo y benzoato de sodio, que obran eficazmente en el tratamiento de la tos por rebelde que sea. El pomo vale dos pesos”. La marihuana (cáñamo indio) es asunto de soldados y hamponcetes: “Si hay viciosos de mariguana en las clases superiores de la sociedad seguramente son pocos” (doctor José Olvera, en 1897). A los mercados de La Merced, san Juan Loreto, etcétera, acude “la gente de malas costumbres para proveerse de marihuana, cantáridas, sabina, ruda esencia y otros ingredientes que mal empleados depravan la sociedad (profesor Enrique G. Puente en un discurso ante la SFM, Sociedad Farmacéutica de México, en 1901).”

El texto de 2004, Vivir del narco es, más resumido, más simple, más sintetizado, en su lectura se ve que Monsiváis omitía a propósito las fuentes de sus argumentos o disfrazaba el bomberazo semanal de la revista:

“Durante la dictadura porfirista, se realizaron grandes importaciones de opio. Su consumo como medicina era una práctica legal y frecuente. También se consumía la heroína como remedio para latos. Una botica de la época loa anunciaba como jarabe balsámico a la venzo-.heroína. Sus ingredientes contenían cantidades dosificadas de heroína, bromorfo y benzoato de sodio. El frasco del este medicamento para aliviar al tos, valía dos pesos. Por su parte, las clases bajas consumían marihuana, principalmente soldados del ejército y bandoleros. Se vendía en los mercados capitalinos de La Merced, San Juan y Loreto, entre otros.”

Solo pocos lectores de Monsiváis sabían este truco muy recurrido por él cuando daba sus conferencias o presentaciones y que queda solo como botón de muestra de su gran genio intelectual o de sus constantes ocurrencias como diría Paz.

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