Juan Pablo García
Vallejo
*Nieto de indígenas idolatras
**Hijo de léperos...así nace este personaje urbano.
El uso folclórico de la marihuana
entre las clases subordinadas (indígenas, negros mestizos) fue por tres siglos
(XVI-XIX) sólo una mala costumbre (1) para la élite española, política y
religiosa. Esta planta asiática se asimilo inevitablemente a la farmacopea
indígena de varias etnias: tepehuas, otomíes, nahuas, tepehuanes, coras, etc.
Dice el Diccionario
Enciclopédico de la Medicina Tradicional Mexicana: “El hecho es que la
planta fue aceptada en las farmacopeas nativas con un significado que abarca
desde un simple recurso más en el tratamiento de algunas enfermedades (V.
reuma), hasta una deidad encarnada en la planta o elemento importante para
poder entrar en contacto con los dioses.” Esto está muy bien, pero también este
Diccionario tiene sus limitaciones, como si nunca hubiera existido un
mestizaje: “Resulta difícil explicarse cómo una planta foránea ha pasado a
convertirse en todo un elemento religioso.” Esto ya lo resolvimos en La
disipada historia de la marihuana en México 1492-2010 (2).
El personaje urbano del marihuano aparece
públicamente hasta el México Independiente, después de 1821. ¿Pero nos
preguntamos por qué no antes? Primero porque antes era una blasfemia, un tabú,
decir marihuano y marihuana. Se percibía de otra manera al marihuano.
Para entender esto, es decir, el
cambio de mentalidades sociales, retomaremos a Octavio Paz: “En toda sociedad
funciona un sistema de prohibiciones y autorizaciones: el dominio de lo que se
puede hacer y de lo que no se puede hacer. Hay otra esfera, generalmente más
amplia, dividida también en dos zonas: lo que se puede decir y lo que no se puede
decir. Las autorizaciones y las prohibiciones comprenden una gama de matices
muy rica y que varía de sociedad a sociedad. No obstante, unas y otras pueden
dividirse en dos grandes categorías: las expresas y las implícitas. La
prohibición implícita es la más poderosa; es lo que por sabido se calla”, lo
que se obedece automáticamente y si reflexionar. El sistema de represiones
vigentes en cada sociedad reposa sobre ese conjunto de inhibiciones que ni
siquiera requieren el asentimiento de nuestra conciencia.”
Así, en la Colonia la palabra
marihuana y marihuano será parte de lo que sabe pero no se dice, un tabú
social. Y en la sociedad secular del siglo XIX, será percibido como un problema
de salud pública.
Un segundo elemento importante a considerar es
que desde la cultura popular además del estereotipo del marihuano digamos
clásico, desde dos siglos antes nosotros encontramos una quincena de
consumidores de cáñamo y marihuana como los marineros, los esclavos negros, los
indígenas (como decimos arriba), las hierberas indígenas, las hechiceras
mulatas, las alcahuetas, los léperos, los vaqueros negros, los arrieros
mulatos, los jesuitas ilustrados, los catrines. Muchos de ellos la consumen por
riesgo de trabajo, no por evasión ni vicio. Esto lo expuse en el Americannabis,
hace tres años. (3)
Decimos que la palabra marihuano se volvió más
conocida en la etapa del México Independiente, a través de la prensa. ¿Por qué
afirmamos esto?
Primero porque el incipiente desarrollo de la
promoción de las drogas en el capitalismo, como mercancías deseables de
consumo, necesito de un conjunto de nuevos saberes y la competencia entre
ellos: la prensa, la criminalística, la medicina, la química. Por el momento
nos quedamos con la prensa, pues sustituye el control social en la sociedad
secular moderna que perdió de alguna manera la Iglesia católica, y desde
entonces conforma las formas sociales de pensamiento y comportamiento cotidiano
de los diversos sectores sociales.
Así decimos que el origen de la palabra
marihuano se da en el contexto de la cultura popular, que de todas formas será
de uso marginal por sus consumidores populares y por el contrario el marihuano,
como estigma social excluyente, será utilizado por la clase media urbana -la
gente de bien y buen gusto- para controlar a la masa de léperos y catrines en
la ciudad de México.
Marihuano era un rasgo del desprecio que
tenían las clases profesionistas con los pobres, como nos explica historiador
de las drogas Richard Davenport, pues que eran consideradas las clases
peligrosas capaces de desestabilizar la paz social bastante endeble. Es al fin
de cuentas su uso es una forma de dominación social y cultural, al
considerarlos como bárbaros o salvajes.
Es hacia la década de 1830, que comienza un
incipiente auge de la nota roja en la prensa metropolitana, en que aparece la
figura del marihuano como potencial monstruo social y de aquí nace el desprecio
clase mediero de los liberales y conservadores (4). Está por averiguarse en que
periódicos apareció, pero eso lo harán otras gentes por mí. Pero no es sino
hasta el año 1855, que el progresista periódico Siglo XIX, la instituye
como una sección fija en sus ediciones cotidianas, e invita a sus colegas de
otros periódicos a imitar esta nueva fuente informativa para prevenir el delito
entre la población.
En segundo lugar, el marihuano es el resultado
del cambio en el uso de la marihuana, de un uso ritual-medico discreto y rural
en tres siglos pasa en el siglo XIX a un consumo recreativo y urbano, en la
cultura plebeya del escándalo y en los principales centros de reunión,
pulquerías y baños públicos, de toda una galería de léperos y catrines.
Se difunde primero en los periódicos, como ya
mencionamos, aunque la mayoría de la población era analfabeta, eran bastantes
en la ciudad de México y luego será un concepto patológico o criminalístico de
novedad en la literatura médica, pero sólo para una minoría de médicos, hasta
el año de 1859.
Luego, con la apertura de la Cárcel de Belem,
en 1862, la Mansión del horror, donde se institucionaliza el contrabando de
alcohol, sexo y marihuana, con la complacencia de las autoridades, el marihuano
se vuelve un término común de la contracultura carcelaria y su autogobierno,
una palabra común de la geografía de la pobreza, de los bajos fondos de la
sociedad.
Treinta a los después, el joven periodista
Heriberto Frías ingresara a la Cárcel de Belem para escribir una serie de
crónicas de este submundo social. Escribe El nahual (mayo de 1895), El
poetastro de los pericos (junio de 1895) y El marihuano (junio de
1895). Desde entonces, el marihuano ha sido un adjetivo muy profuso en los
titulares de los periódicos para señalar a los personajes de la nota roja e
inclusive la Iglesia Católica dice que ya vivimos en una Ciudad de México
pacheca, con la descriminalización de dosis personal.
Y quiero finalizar problematizando todo esto
¿Por qué se habla del marihuano y no de la mujer marihuana? Simplemente porque
una vida de adversidades, violencia y disipación moral en la diversión eran
completamente monopolio de los hombres. Las marihuanas aparecerán hasta la
Revolución mexicana y todavía más hasta el siglo XXI en que hay más pachecas
que olvidan que antes fumar marihuana solo era cosa de marihuano Pero la
siembra, cultivo, distribución era de las mujeres, pero eso es otra historia.
_______________
l.- Sobre el momento histórico y cultural de
nacimiento de la palabra marihuana ver mi ensayo La invención de la marihuana,
Eterno Femenino Ediciones, Texcoco, 2014.
2. Juan Pablo García Vallejo, La disipada
historia de la marihuana en México 1492-2010, Eterno Femenino Ediciones,
Texcoco, 2010.
3.- Juan Pablo García Vallejo, Galería
de consumidores de cáñamo, marihuana, cannabis y otras yerbas, Texcoco,
2013. En esta contiene a más de 80 personajes consumidores de marihuana muy
distintos del clásico y marginado marihuano.
4.- “La
marihuana no apareció en el siglo XIX” en gacetacannabicablog.spot 5 de
febrero de 2014.
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