Juan Pablo García Vallejo
La prohibición al consumo de drogas es muy reciente, tanto como fenómeno global como en la política interna de México, lo que quiere decir, entonces, que debemos admitir que la condena internación a las drogas no es eterna, ni perpetua ni inmutable.
Por lo contrario, lo que sí es un hecho de mayor alcance, casi universal, que es poco conocido y aceptado por la mayoría de la población, es la existencia y práctica del derecho a la embriaguez, documentado científicamente por la reciente ciencia de la Historia de las drogas y la historia cultural.
En este contexto de intolerancia, de discriminación social y legal y de una abierta e innecesaria violación de los derechos humanos de los consumidores de sustancias psicoactivas, se está expresando actualmente en una naciente identidad psicoactiva frente a las múltiples, graves y costosas consecuencias de la actual política prohibicionista criminalizadora de drogas, que tiene como objetico proponer una solución concertada e incluyente a este problema social y de salud.
Mientras que la práctica psicoactiva está muy bien definida por el consumo de la sustancia, la identidad psicoactiva es múltiple, polifónica, debido a la diversidad de drogas que se consumen en nuestra sociedad actualmente.
La identidad psicoactiva cannábica, en particular o específicamente, es la expresión social, cultural y política del Movimiento Cannábico Mexicano (MCM), en el que confluyen los esfuerzos de diversos sectores sociales interesados en la despenalización de las drogas, así como en la promoción y defensa de la cultura cannábica en México: principalmente los consumidores organizados, los profesionales que defiende las libertades civiles y los medios de comunicación impresos y electrónico cannábicos.
La identidad psicoactiva cannábica si bien es un tema emergente en la sociedad mexicana del siglo XXI, es necesario reconocer que como fenómeno social tiene una larga y rica tradición cultural en México y que desgraciadamente ésta ha sido negada o reprimida, invisibilizada o enterrada, manipulada o desvirtuada por la historia oficial que ha respaldado la política prohibicionista criminalizadora.
Esta laguna cognitiva fortalece la política prohibicionista porque se desconoce la historia social de la marihuana, de cómo ha sido la relación de los mexicanos con esta planta amiga, cómo se han transformado sus usos, el cambio en los sectores de población que la consumen y saber los resultados y consecuencias públicas de esta práctica social.
Prefiriendo entonces, solo establecer una identidad proscrita, deteriorada, subvalorada de los consumidores y subordinarlos a los ordenamientos de la policía sanitaria desde fines del siglo XIX. El proceso de construcción identitario va de este territorio de exclusión y marginación a un panorama de mayor tolerancia, en tanto, se restablece esta identidad psicoactiva cannábica que ha sido reconocida desde hace 10 años por los gobiernos democráticos de la Ciudad de México al permitir visibilizarse públicamente en el mes de mayo durante la celebración del Día Mundial de la Marihuana.
Con la identidad psicoactiva cannábica los consumidores dejaran de ser los “no actores” de la errónea política prohibicionista o un minoría social silenciada y marginada por la persecución social y penal al consumo de marihuana, y que busca de forma organizada e incluyente que todo esto tienda a desaparecer en un futuro próximo con una re-legalización de la marihuana como resultado del esfuerzo concertado de los integrantes del movimiento cannábico, sus aliados sociales y la nueva gama de consumidores potenciales que aparecerán cuando se legalice su producción, cultivo y consumo.
Si aumentaran los consumidores recreativos al des-tabuizarse el consumo, al quitarle su carácter prohibido y por la baja de precios, el consumo dejara de ser considerado un delito, pero lo importante es que habrá más formas de consumo al ser considerada una materia prima ecológica y por la infinidad de productos que se pueden obtener de esta. En este aspecto se refiere a considerar que las nuevas formas de consumo de cannabis van a ser múltiples, no reduciéndose a su forma recreativa o medicinal.
La organización por la despenalización del cannabis no es solo deseable sino que se tiene que reconocer su valiosa aportación al múltiple problema de las drogas que enfrenta la sociedad mexicana, y por otra parte, admitir y reconocer el derecho de los consumidores de cannabis a manifestar el orgullo cannábico para terminar con la estigmatización y la discriminación social con que se señala a estos desde hace un siglo.
Por tanto es necesario atender la discriminación social en tanto que la CNDH de acuerdo a la Encuesta sobre Nacional de discriminación afirma que 75 % de los mexicanos no vivirían con un vecino que consume drogas.
Lo que significa que hay un grandísimo terreno fértil para la potencial de discriminación social de los consumidores cannábicos en todo el país, pues aumenta la exclusión y marginación por algo que ya no debe ser considerado inmoral o un delito, sino un problema de salud y un derecho humano en lo que se llama el derecho al cuerpo y un derecho cultural en lo que se llama la diversidad cultural y, más particularmente, la diversidad de las conciencias.
La doble moral practicada actualmente por el gobierno de la ciudad de México, es argumentar el derecho al cuerpo en distintos escenarios como la interrupción ilegal del embarazo (ILE), la reasignación de sexo para transexuales, la inseminación artificial para parejas estériles, los trasplantes de órganos, pero niega y reprime el derecho al cuerpo y al placer en el consumo de sustancias psicoactivas algo que contradice todos sus anhelos democráticos y de construir una sociedad democrática incluyente y tolerante cuando en realidad está haciendo una sociedad intolerante, excluyente y discriminatoria.
La doble moral es también practica da por el gobierno federal al autorizar oficialmente un debate de las drogas pero negándolo radicalmente la despenalización de estas, algo que solo dificulta el dialogo social para resolver este problema de salud.
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