sábado, 21 de agosto de 2010

Legalización de las drogas

Presentamos este articulod el distinguido catedrático de la UNAM, que desde hace más de una década viene proponiendo la legalización de las drogas para diminuir los efectos perversos del narcotráfico y la prohibición de las drogas.

Eduardo López Betancourt
elb@servidor.unam.mx

Forum 202. Agosto de 2010. En el tema del tráfico de sustancias psicoactivas debe quedar claro: el problema no son las drogas en sí mismas, sino su comercio ilícito, la violencia y los daños que se generan como consecuencia del contexto antijurídico en que una decisión política obtusa las ha colocado.
De ahí que la cruzada sustentada en el lema: guerra contra las drogas, y su objetivo último de acabar por completo con ellas, son una gran equivocación. Por supuesto, debe enfrentarse el narcotráfico, pero no con la fuerza militar en extremo; se exige una postura inteligente, mesurada, que use el derecho no para aumentar el arrebato, sino para contrarrestarlo.
De manera evidente, se requiere fomentar una cultura donde exista la aceptación de vivir en un mundo con narcóticos. No se trata de un planteamiento novedoso, no se está descubriendo el hilo negro; es la afirmación de un hecho real, de una verdad que resulta irrefutable racionalmente. Quienes afirman la posibilidad de erradicar por completo de la faz de la Tierra el “terrible monstruo” de las drogas, adolecen o de una profunda y lamentable ignorancia, o su visión de lo que les rodea está nublada por la intolerancia, mostrándose cercanos a posiciones fundamentalistas.
Lo anterior no se señala de forma aislada; son muchas las voces que han asumido la necesidad de hacer a un lado posturas ortodoxas, principalmente para reflexionar y brindar salidas adecuadas. Sin embargo, es predominante aún por desgracia, entre quienes tienen el poder, la visión falaz y quimérica que con la política de prohibición, llevada a los extremos de militarización y mano dura, sin importar el costo que esto represente, se logrará la erradicación total de la venta ilegal y uso de enervantes. Por donde se analice, ello no es aceptable, ni siquiera como metáfora; más allá de su imposibilidad fáctica, lo que denota es un marcado ánimo totalitario, una concepción arbitraria de la política y de la vida social.
Los barbitúricos han existido a lo largo de la historia del ser humano y continuarán entre nosotros; es una herramienta que el hombre ha utilizado y seguirá empleando para alterar su conciencia con distintos fines; verbigracia, dentro de contextos religiosos, festivos, rituales; asimismo por simple placer y gozo individual o para fines terapéuticos, e inclusive como escape a una realidad amarga donde imperan la iniquidad, el abuso del poder, la explotación del hombre por el hombre, y una absurda amén de destructiva separación de la naturaleza.
Se dice que las drogas provocan adicción, que destruyen vidas, las cuales en lugar de integrarse a la mecánica social, a la lucha del día a día, se pierden en un abismo, cuyo único fin posible es la cárcel, la locura o la muerte. Sin duda, el Estado debe impedir que se dé tal circunstancia, empero nunca a través de la represión ni la fuerza, sino encausando sus esfuerzos en el rubro de la enseñanza; sólo así se podrá prevenir y evitar el uso irresponsable de alucinógenos.
En base al respeto del libre albedrío, existe un derecho personal a consumir estupefacientes, y el Estado no puede prohibir a los ciudadanos que lo ejerzan, aunque sea de forma velada, como en el absurdo jurídico donde se dice que el consumo no está penado, pero sí la producción y distribución.
Lo que deben hacer las autoridades, su responsabilidad es evitar que la decisión voluntaria del consumo cause daños a terceros; ello ni por asomo se da con la prohibición, misma que afecta a todo individuo; en especial a los consumidores, quienes para ejercer su derecho a drogarse deben entrar al submundo del comercio clandestino. Si de por sí el tráfico ilícito conlleva violencia, explotación y falta de respeto a la dignidad humana, a ello el gobierno ha agregado militarización y violaciones sistemáticas a los derechos humanos, quedando la sociedad atrapada entre dos fuegos.
Es necesario cambiar el paradigma, a todas luces errado; resulta preponderante no olvidar el tema de la educación. En nombre de proteger a nuestros hijos del letal vicio, cualquier atropello parece estar justificado; no obstante, sólo podrán estar a salvo de las drogas cuando puedan decidir libremente sobre ellas, aceptando su existencia, conociendo su naturaleza y efectos; nunca como sucede hoy, pretender alejarlos de éstas por medio del fomento de prejuicios y de una cultura del temor. www.forumenlinea.com

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