La marihuana en México.
Protagonistas, escenarios y consecuencias sociales.
Juan Pablo García Vallejo
Este libro me llevo más de 15 años redactarlo, quizás comenzó cuando escribí el Primer Manifiesto Pacheco y al mismo tiempo me di cuenta que no existía esa historia. Y esto es lo más sorprendente que no existía y todo lo que se dice ahí fue pepenado durante años consultando múltiples fuentes, en su mayoría nuevas, aplicado el método apropiado para su estudio, la historia de las drogas, y reflexionando constantemente gracias a los recursos del periodismo cultural que a través de artículos, entrevistas, conferencias, comentarios de libros fueron “desenterrando” esta historia para su presentación actual.
Si bien, México es el país de la marihuana. No tiene su historia o acaso es innecesario la historia de una planta olvidada por los colonizadores, satanizada por la religión, perseguida por la autoridad y señalada por las buenas conciencias. Tenemos una historia negada y, a la vez, distorsionada de la presencia de la marihuana en diversos ámbitos de la sociedad mexicana en distintos momentos históricos.
En esta variabilidad histórico-cultural encontré dos lecturas, por una parte la postura del Estado en el supuesto control oficial de drogas y por otra parte, las respuestas sociales a estos intentos prohibicionistas. Pero las cosas no son tan simples. Donde hay poder, hay resistencia. Y donde no hay historia hay que escribirla.
Y esto lo digo porque fue necesario desde el inicio de esta investigación encontré para mi fortuna en la Enciclopedia de México dice que llegó en las postrimerías de la colonia y que luego se prohibió. Pero esta versión es muy simplificadora y negadora de otra historia. Porque con la consulta de nuevas fuentes encontramos cómo llegó la cannabis América en el contexto de la búsqueda de rutas de especiaría de Asia en el error providencial de Colón (1492), y luego de la caída de Tenochtitlán cómo la elite militar (Hernán Cortes, 1530), religiosa (Zumárraga), (Civil) Fuenleal (1532) estaban de acuerdo en lo provechoso que sería cultivar el cáñamo en la Nueva España. Que su cultivo es lo que necesitaban los indígenas parase felices.
Estas elites colonizadores militares y espirituales promovieron el cultivo del cáñamo para la industria naviera, pero sus proyectos grandiosos solo quedaron en eso. De este fracaso nos quedamos con dos datos muy importantes, 1530, cuando Pedro Cuadrado de Alcalá trajo las primeras semillas y como la Segunda Real Audiencia autorizo su cultivo en 1532. Este último, viene en la historia de la Colonia para niños. Así vemos que ahora a los niños se les enseña esto y no como difunden las políticas represivas actuales.
Ya desde temprana edad para la Nueva España tiene que seguir la orden real de cultivar el cáñamo en todas las Américas, en 1545, del rey Caros V. Entonces tenemos una primera reflexión provechosa para el presentismo histórico: Que en México no siempre ha estado prohibido el cultivo de marihuana, es más se permitió durante 300 años y apoyado por el gobierno y ahora es perseguido por el gobierno. Esta es una historia completamente desconocida sobre la marihuana. En la Colonia se cultivo cannabis por razones económicas pero no se tuvo éxito por obstáculos culturales. Ahora se hace la guerra contra las drogas y tampoco se tiene éxito.
Pocos años más tarde, se da una transformación en el uso del cáñamo al iniciarse la regulación oficial, se limita la producción en 1550, porque según el Virrey Mendoza los indios la estaban utilizando para otros fines distintos que confeccionar cuerdas. ¡Cuáles son esos fines distintos?
Aunque Iglesia consideraba el consumo de marihuana como un delito de fe, esta prohibición religiosa fue muy ineficaz cuando el uso medicinal se adopto en la herbolaria indígena.
No es difícil saberlo el contexto de este cambio notable en la práctica de consumo se explica casi por sí mismo. Pues uno de los efectos de la colonización fue la aparición de nuevas enfermedades que diezmaron a la población más que el ejército español, y esta emergencia sanitaria orillo a los indígenas a recurrir al uso médico del cannabis, darle un nombre mexicano de Marihuana y crear su ritual de darse las tres. No era para menos porque los primeros 50 años la población indígena fue víctima de diversas infecciones llegando a ocasionar 15 millones de muertes.
Este es un primer cambio relevante en el uso del cáñamo en la Nueva España, se pasa del uso industrial textil fomentado por la Corona a la adopción por la herbolaría tradicional indígena.
En el siglo XVII serán los soldados de Dios, los jesuitas, quienes lleven su cultivo de cáñamo a la Baja California para que en sus misiones se tejan sus sayales y sandalias, luego de 1767, en una segunda etapa serán los franciscanos los que consoliden la colonización de la Alta California, una experiencia relativamente exitosa de cultivo de cáñamo pero por las dificultades de transporte fracaso.
El jesuita Juan de Esteyneffer consigna el uso médico desde 1722 y otro jesuita, Antonio Alzate, defenderá en la prensa el uso médico de los pipizinzinttlis por los indígenas, en 1772.
En las postrimerías de la Colonia se emiten diversas ordenanzas reales para alentar el cultivo de cáñamo parea uso industrial pero todo es infructuoso y el virrey Branciforte se lamenta que la Nueva España había perdido una oportunidad para aumentar su potencial económico, pero debido a los obstáculos de la política colonial no se tuvieron los resultados esperados.
Es importante repetir que el cultivo era legal, aunque improductivo, y que su principal uso durante la Colonia quedo restringido a la herbolaria tradicional indígena. En el ambiente urbano de una sociedad cerrada donde los oficios están jerarquizados, el tejer cáñamo era destinado solo a los pobres.
Y serán entre los pobres, los léperos, de la cultura urbana del siglo XIX quienes produzcan otro cambio notable en el consumo de marihuana. No solo al desacralizar su consumo ritual, sino creando al mismo tiempo todo un argot para su consumo, un código cifrado de este nuevo hábito recreativo.
Es una nueva representación social la del marihuano como individuo proclive a actitudes licenciosas e ilegales o malas costumbres. El consumo será mal visto y se le impondrá desde entonces una discriminación clasista y racial hacia los consumidores en el imaginario colectivo de la gente de bien, la burguesía decimonónica.
Las ciudades destruyen las costumbres, con el cáñamo paso eso también, el uso médico adoptado en los albores de la Colonia paso a las calles de los bajos fondos de la ciudad de México a mediados del siglo XIX. Entre los léperos, una gran masa de pobres con múltiples oficios penosos. Esto no llamaba mucho la atención de las autoridades, era un vicio de pobres y los pobres poco importaban a las elites gobernantes.
La aparición de la nota roja, en 1864, en la prensa de la ciudad de México dará cuenta de una nueva representación social, la imagen terrible del marihuano y se visibilizan nuevos escenarios de consumo como en la Cárcel de Belem, la mansión del horror, donde se institucionaliza el contrabando de marihuana entre los presos por el beneficio económico que proporciona a las autoridades.
Y al mismo tiempo, pasa a convertirse en un elemento de la contracultura carcelaria. El consumo se va visibilizando, consolidando y contagiando a diversos sectores de pobres soldados, prostitutas, etc.
Pronto su presencia llegara a la clase media pero con otra imagen muy distinta a la desprestigiada, negativa imagen de potencial monstruo social y con muy distintos protagonistas, por la influencia del hechizo francés, los poetas y periodistas bohemios consideraron al cannabis como un instrumento de iniciación literaria. Con esto comienza su ascenso social, su consumo ya no se restringe a los pobres sino a otras clases sociales.
La clase media urbana ilustrada, siguiendo el hechizo francés, consume cáñamo y sus excesos prenden la voz de alarma sobre el peligro de las drogas, en 1895. Pues a los hombres de la civilización, alfabetos, demócratas las drogas los volvían a sociales, se perdía la cohesión social necesaria para construir una nación fuerte. Juan de la Cabada una de los primeros casos de desintoxicación escribe La epidemia Baudelaire para prevenir a sus colegas escritores sobre los riesgos del abuso del consumo de drogas.
Una consecuencia de este ascenso social de la marihuana es que inevitablemente aparecen ya figuras públicas, con nombre y apellido, que consumen cáñamo, como algunos poetas modernistas, ya no son sujetos anónimos pertenecientes a la leperuza y de cuyos bajos fondos, cafés, casas de citas estos poetas extraerán a la musa de sus novelas y poemas, la prostituta.
Ante el peligro de perder a los ciudadanos se crea el tabú de las drogas, su persecución social y la estigmatización negativa de la planta, sus consumidores y de las consecuencias de su consumo al asociarlo con la pobreza y por consiguiente con la delincuencia.
Comienza su regulación oficial aparentemente eficiente pero efectivamente ineficaz. Estudiando la regulación sanitaria se comprueba que nunca se ha tenido un control real sino solo nominalmente.
Este control oficial decimonónico de drogas tendrá como respuesta social la entrada de la marihuana en la cultura popular, ya no solo en el uso medicinal sino en otras manifestaciones del folclore mexicano comenzando con el corrido, La marihuana, que eran los periódicos de ese tiempo.
Sin embargo, quien monopoliza la cuestión de las drogas en la sociedad será la prensa presentando de forma ambigua el consumo y sus consumidores pues de una parte explota la nota roja y la sataniza a los consumidores y, por otra parte, se beneficia de la publicidad creciente de los engañosos beneficios de medicinas milagrosas para las nuevas enfermedades de la civilización que se venden en boticas y droguerías a bajo precio e inclusive por charlatanes que adulteran los productos.
Dentro de la liberalidad porfiriana se da la primera epidemia de pánico por que el consumo es epidémico entre los soldados, “porque era muy fácil de conseguir” en mercados y por esto se pide mano dura un militar. Y de nuevo hay una respuesta desde la cultura popular porque en estos años aparece, en 1902, el personaje de historieta Don Chepito Marihuano como forma de crítica social, que Don Lupe, hizo para criticara régimen aunque no era anti-porfirista.
Un aporte significativo de las nuevas fuentes consultadas fue comprobar que en todo el siglo XX, muchos creadores culturales, eminencias literarias, iconos de la cultura popular, consumieron marihuana discretamente y no por eso se les discrimino su talento estético y su genio humano. Todos ellos la consumían en diversos ambientes.
Durante la Revolución mexicana el consumo de marihuana se vinculara con personajes siniestros como el usurpador Huerta o se exaltara su consumo en los corridos utilizados por las facciones revolucionarias como los villistas, que cambiaron el corrido de La Cucaracha, que es el nombre que dan estos a la locomotora de vapor que necesita leña para andar y los ferrocarrileros villistas cambiaron la último verso para cantar alegremente que “necesitaba marihuana para andar”.
Este corrido también tiene el efecto de universalizar el consumo de marihuana. Y además, de ciudadanizar su existencia, solo en los corridos se permite fumar marihuana, algo que sirve para contrarrestar la imagen negativa difundida por los periódicos y la inventada por las autoridades penales.
Entre los soldados se toleraba el consumo porque aparte de bajos salarios, aislamiento y abusos de los superiores éstos solo tenían como diversión el alcohol, las prostitución y la marihuana.
La Era de la tolerancia porfirista se acaba con la Constitución de 1917, pues se criminaliza su producción para intentar regular el comercio incontrolable. El doctor y general José María Rodríguez creador de esa prohibición argumentan que se hace esto en aras de prevenir la “degeneración de la raza”, pero deja a la sociedad atada de manos ante la amenaza de la corrupción y el contrabando que si degeneraran a las elites políticas y policiacas.
El rechazo a las drogas crea el contrabando (narcotráfico), además, esto no puede ocultar el carácter autoritario de las políticas sanitarias del Estado mexicano porque no le pide opinión a nadie, decide solo. Creando así políticas de salud restrictivas ajenas a su interés general.
El rechazo total a las drogas por parte del Estado pos revolucionario no solo se hace para distanciarse y diferenciarse rápidamente del antiguo régimen, sino como algo necesario en el imaginario social de construir nuevos ciudadanos, la llamada identidad nacional.
No obstante la criminalización, el consumo de marihuana sigue constante y tiene mayor presencia en la clase media durante los años 1920 cuando diversas elites culturales, que habían sido desheredados por la Revolución mexicana, conocidos como snobs, experimentan nuevamente con drogas. Serán los muralista quienes manifiesten su inconformidad por la penalización del comercio de marihuana, pero sus experiencias son muy desastrosas y abandonan esta propuesta.
Y en el ambiente literario serán varios miembros de la generación de Contemporáneos consumas drogas.
La identidad nacional del México pos revolucionario no puede erradicar la figura del héroe de la revolución, el soldado como consumidor de marihuana, mientras que el consumo medicinal se reafirma como una cuestión de folclor popular, se difunde su uso ritual en danzas religiosas de varias etnias de México. Es importante señalar que este ritual es ya una diferencia muy significativa entre uso y abuso del consumo de drogas.
La sociedad mexicana vive en la ambigüedad, dominada por la intolerancia estatal a las drogas, una aceptación folclórica y una relativa y viva tolerancia social hacia la marihuana que fortalece su presencia en diversas expresiones de la cultura popular como los salones de baile, en las películas de Tin Tan. Sera a fines de los años 1930, durante la segunda epidemia de pánico contra las drogas, con la película El monstruo verde, la sumisión de México a la prohibición estadounidense, que aparece la novela Tropa vieja, donde describe el uso de marihuana entre los soldados. Algo que todos sabían pero no se hablaba de eso gracias al tabú. Se sabía de la marihuana en la literatura de masas.
En 1939, una nueva elite quiere discriminalizar el consumo de drogas, no ya los snobs como hace 20 años, sino ahora son profesionistas exitosos del nuevo Estado, médicos que proponen tratara los consumidores como enfermos y no como delincuentes.
Esto es una lucha entre la elite médica y política en el entendimiento y tratamiento de los problemas relacionados a las drogas, la lectura punitiva solo ve el delito y recomienda la represión, persecución y la lectura nosológica atiende al individuo que necesita atención médica y tratamiento. Por presiones norteamericanas solo unos meses duro esta experiencia de despenalización.
En los 1950, se da la entrada de la juventud al Teatro del mundo, la música de rock, la liberación sexual y el consumo de drogas son parte de la vida de las nuevas generaciones. No obstante que el Estado mexicano siempre ha tenido políticas anti juveniles, la persecución hacia sus expresiones culturales no se deja esperar comienza con la censura de películas de rock, cierre de cafés cantantes, razia por pelo largo, demonización del lenguaje se vivieron durante la Era del Rock.
El mundo de la literatura se convierte en espacio privilegiado para los jóvenes, como un santuario en una sociedad que los negaba. Es la literatura de la onda donde se describen las necesidades, anhelos, problemas y aventuras de los jóvenes, alejado del mundo controlador de los adultos.
Este México joven tendrá su representación en el Festival de Avándaro como ejemplo de una juventud ansiosa de encontrarse así misma, sin necesidad de tutelas gubernamentales o religiosas.
Y desde los años 1970, es cuando comienza a visibilizarse el debate sobre la despenalización. Desde el periodismo cultural, Humberto Musacchio, La Guillotina, Generación, La Tinta Suelta,
Se redactan manifiestos de consumidores para des estigmatizar la planta y su consumo, te reivindicando el derecho a la información, a la diversidad de la conciencia y a los derechos humanos.
Hacia 1996, se esclarecen las razones porque no hay debate de drogas en México, los que hablen de drogas pierden su prestigio. Solo grandes personalidades del mundo literario pueden hablar de este tema. Y los periodistas señalan que es necesario un dialogo social y una alternativa a la prohibición de drogas, caminar hacia una tolerancia social.
A partir del año 2000, comienza el movimiento organizado de consumidores, para mantener y organizar no solo el Dia Mundial para la liberación de la Marihuana, sino crear asociaciones, publicaciones, centros de lectura, foros en internet, blogs.
Desde 2005 aparece la Gaceta Cannábica, para recuperar la historia social de la cannabis y ahí se publican muchas avances de este libro. Luego el movimiento atraerá la atención de los partidos políticos preocupados por el problema creciente de la violencia creada por el narcotráfico.
Mientras esta vía parlamentaria va germinando, se consolida la organización no ya de colectivos amateurs, sino de profesionistas como Cáñamo, avocados a redactar propuestas legislativas para reformar las políticas de drogas. Una para uso medicinal, otra para uso recreativo y para uso industrial son las iniciativas Conde.
Y se va ganando espacios en el ambiente universitario a través de foros y conferencias a favor de la despenalización.
Otros partidos han presentado iniciativas de despenalización pero han sido congeladas quizás porque son solo formas para darse lustre los políticos, o lo que es más grave aún porque no incluyen a los consumidores. Estas iniciativas no tienen apoyo social, pero no se despenalizar algo cuando comienzas discriminando a los implicados. Imponiendo un trato ajeno al dialogo y fomentando abiertamente los procesos de exclusión social que intentan disminuir.
A pesar de la imagen negativa de las drogas y sus consumidores que difunden los agenciamientos prohibicionistas, en México se ha ganado un reconocimiento social hacia los consumidores. El movimiento cannabico ha dejado de ser de resistencia, actuar al margen, sino ser un movimiento proactivo con propuestas multifacéticas que no se reducen al consumo recreativo sino que se extienden a la aparición de cannabicultores, el uso medicinal, uso gastronómico, estético, etc.
La mota legal, eleva la moral. Porque la cannabis es de la familia de as moras. Dice Richard Davenport.
Algunos avances del movimiento cannabico son recuperarla historia social de los consumidores, revalorar la imagen deteriorada impuesta desde el poder, ejercer el derecho de la diversidad de la conciencia, el derecho etnográfico a una visibilidad e identidad dignas, gozar del de derecho a la ciudad porque solo en espacios públicos se gana el reconocimiento social y no en los armarios y la pasividad. Difundir el orgullo cannabico, sentir satisfacción por difundir la propuesta de despenalización como algo necesario e impostergable para la sociedad mexicana, que ayuda tener una mejor relación de los ciudadanos con la gran tradición cultural e histórica que tenemos de la marihuana.
Por la agudización de la violencia la despenalización va ganado la voz de los ciudadanos pro seguridad y otros sectores no consumidores. Y lejos de caer desacreditada como pretende el gobierno con sus diálogos fingidos y restringidos, la despenalización gana espacio en la opinión pública.
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Hola, me gustaría mucho poder revisar el libro completo, de ser posible adquirirlo. Agradecería mucho si me informara si se encuentra disponible en alguna biblioteca pública de la Ciudad de México y, de no ser así, en qué lugar puedo comprarlo. De antemano gracias.
ResponderEliminarHola Sofía, el libro esta en la Biblioteca Cannabica, nos puedes encontrar el domingo 15 de abril en el Cannafets del Parque México.
ResponderEliminarO mandanos tu tel. cel para hablate y ponernos de acuerdo. Muchas gracias por tu interés y de seguro aprenderas muchas cosas porque lo que se dice ahi poca gente lo sabe. Pero ahora resulta que cuando hablo con la gente todos parecen sabe esto, pero se que tienen un gran deficit cognitivo histórico de la marihuana.
Estaremos en la Marcha del 5 de mayo
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminarhola .. soy de argentina.. quisiera saber como puedo comprar este libro... gracias
ResponderEliminarHola soy Felipe Bautista, de c laya gro estoy haciendo mi tesis de licenciatura en derecho y decidí hacerla sobre la marihuana y quisiera adquirir un ejemplar de este libro como bibliografía, donde lo puedo consegiuir
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