La Historia de la Marihuana en México
Juan Pablo García Vallejo
* Se presento en el corazon de México
** No habla de narcos ni de policías
*** Aparecen distintos protagonistas, escenarios y las consecuencias públicas de su consumo durante 500 años en México
En la pasada X Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la ciudad de México, dentro de las múltiples actividades realizadas en la Carpa de Revistas Independientes, en el estand de Arte-facto, se presentó el libro La disipada historia de la marihuana en México, 1492-2010, publicado por Eterno Femenino Ediciones dirigida por Noemí Luna García y un servidor.
A ninguna otra cultura del planeta Tierra la cannabis indica se ha integrado como a la mexicana, tanto que universalizo su noble náhuatl, de marihuana, y llevó al pintor Manuel Rodríguez Lozano, en 1959, a afirmar que “México era el país de la marihuana”.
La historia de esta planta asiática es desconocida por muchos mexicanos y ha sido distorsionada por el poder eclesiástico, médico, político. Y es hasta estos días del siglo XXI que comienza a escribirse su historia y la constante presencia de esta planta amiga en toda la historia de México.
El libro comienza con la explicación detallada de cómo el cultivo de cáñamo fue legal y fomentado por la Corona española durante tres siglos de Colonia para proveerse de materias primas para su industria naviera en la Era oceánica. Ésta documentada y sencilla exposición demuestran que la prohibición a las drogas en México no ha sido perpetua, ni inmutable, sino que es un fenómeno muy reciente.
También se explica una de los extraordinarias transformaciones que ha tenido el uso del cáñamo, cuando los indígenas atacados por las enfermedades infecciosas traídas por los españoles que estaban causando gran mortandad entre ellos recurren a ella descubriendo sus propiedades medicinales. Y será la medicina tradicional indígena el escenario donde el cáñamo adquirida el nombre universal de marihuana, proveniente de los nombres más comunes que tenían las curanderas, María y Juana, y dodne permanecerá refugiada y protegida durante trescientos años.
La visibilización de marihuana se dará con otro cambio en su forma de consumo en las diversiones populares de la primera contracultura novohispana de los léperos, a mediados del siglo XIX, que es un sector de la población bastante numeroso, cerca de 20 mil, y muy contestatario que desafía cualquier tipo de autoridad (civil, militar, religiosa), que mantenían relaciones extramaritales, utilizaban un lenguaje soez y les gustaba muchísimo la disipación. El consumo de marihuana entre estos pobres urbanos de la ciudad de México será considerado una mala costumbre por la gente de bien, de buen gusto o refinado, la burguesía decimonónica.
Y es con los poetas románticos y modernistas, la gente de cultura, que se dará otro uso a la marihuana, no ya medicinal, ni de diversión sino como una forma de iniciación artística literaria, influenciados por el hechizo francés de los poetas malditos. Pero esta incursión en los paraísos artificiales traerá consigo el tabú moral hacia las drogas porque visibilizara su peligrosidad tanto en la salud por el consumo excesivo como en su aspecto social porque amenaza la cohesión social. Varios poetas se ven muy afectados por el consumo de drogas.
No obstante este inconveniente, la marihuana se institucionaliza en la contracultura carcelaria de la Cárcel de Belem, donde las autoridades penitenciarias la meten de contrabando para venderla ilegalmente a los presos. Y se quedara como un hábito de los soldados. Y serán éstos últimos que definitivamente la popularicen durante los años convulsos de la revolución Mexicana, como ya lo explique anteriormente aquí.
Será en el Constituyente de 1917 que uno políticos completamente desinformados y manipuladores que le quitaran el estatus de remedios caseros a las drogas para considerarlas, de un día para otro, sustancias ilegales y peligrosas. Estos políticos querían evitar la “degeneración de la raza”, olvidando la profunda raíz ancestral del consumo de plantas alucinógenas en las culturas mesoamericanas y, todavía peor, su enorme ceguera de evitar las drogas llevaron a México a un mal mayor: la corrupción de la justicia y de todas las policías. Con esto comienza la Era de la intolerancia hacia las drogas.
En los años pos-revolucionarios, son los snobs, pintores, poetas y músicos quienes consumirán marihuana. Y son estos mismos que se encargaran de hacer el nacionalismo revolucionario de los años 1920 y 1930, algo que muchos desconocen.
Es en 1936 que se da la primera epidemia de pánico moral contra las drogas y que lleva al gobierno mexicano adoptar las políticas prohibicionistas impuestas por los Estados Unidos, en 1937. No obstante la marihuana no perderá su popularidad, sino por el contrario tendrá una presencia constante en el ambiente del cabaret, en la Época de Oro del Cine Mexicano y en la literatura.
Es con la aparición de la juventud en el teatro del mundo, en los años 1950, que la marihuana se convertirá en un símbolo de protesta contra el sistema autoritario, opresor y anti-jóvenes, volviéndose la droga generacional en 1966. “Contra la pared marihuanos”, será la consigna de los policías para detener y extorsionar a los jóvenes de pelo largo, principales sujetos de la persecución social.
Y es ya en la Década perdida de los años 1980 que comenzará la lucha por el reconocimiento de los consumidores y por la despenalización de la marihuana con el Primer Manifiesto Pacheco, la defensa de la mariguana en publicaciones contraculturales. Para el año 2000 con su visibilización pública y la posterior formulación de iniciativas legislativas para conseguir su des-criminalización, la planta amiga y su cultura cannábica tiene un lugar en la sociedad mexicana.
Tosas de estas cosas han sido publicadas, desde adenenates, mucho desantenantes, aquí mismo, en esta primera plana, como no lo han hecho los periódicos dizque nacionales o fabricantes de mentiras. Solo aquí desde Ecatepec de Morelos de los más pobres, se inicio la reflexión de la planta amiga. En las páginas de Acontecer y la famosa Tinta Suelta que nutrió a todo el perreidsmo mexiquense carente de ideología política, sin ser chatoyeta, desde hace años sin ninguna censura. Esta es una historia benéfica no de narcos fragmentarizados ni de otros personajes intranscendentes.
Por eso que nadie se asombre, ni se espante y contengan sus gandallas intenciones de censurar una cultura cannábica, que nada les pide, esto es solo la historia de la planta amiga, no de narcos, no de corrupción de policías y políticos, eso es ya una historia muy petrolada. Esto es la otra historia, una historia a favor de la planta amiga, ya sin corrupción, sin tontería, pero con una constante permanencia en la cultura mexicana. Querámoslo o no.
La prohibición no es eterna
martes, 26 de octubre de 2010
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que chido bro !
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