Aquella cueva del herbolario
se me ofrecía como un breviario.
Lleno de goces y de visiones
cálidas: sierpes y tentaciones.
¡Y tan oscura! Daban su esencia
las yerbas. Era llena de ciencia.
Embalsamado breviario, abierto
sobre las sombras de un hondo huerto.
Clave de aromas que en sí condensa
del universo la visión densa.
1
Yerba del Hombre de la Montaña,
el Santo Oficio te halló en España.
Cáñamos verdes son de alumbrados,
monjas que vuelan y excomulgados.
Son ciencia negra de la Caldea
con que embrujada fue Melibea.
2
¡Canela en rama! ¡Tabaco en rolla!
Visión de Cuba, canción criolla.
Lentos guitarros, lentos danzones,
negros bozales y cimarrones.
Rejas morunas, rosas bermejas,
olor de senos tras de las rejas.
Olor divino de la mulata
que trae un recuerdo del Mahabarata.
Ardiente esencia de la canela
(¡canela! Encomio de la mozuela).
3
¡El Heliotropo! Tan eclatante
con su académico griego pedante.
¡Los girasoles! Incas trofeos,
mito de mitos indo-caldeos.
Y el otro Helio-Tropo morado
de flor humilde, muy esenciado.
El buen amigo de las solanas
viejas, y huésped de las ventanas.
Por veces muere de un arrebato,
dicen que es cuando lo riega el gato.
(Siempre hay un gato que ronda el tiesto,
mueve la cola y arruga el gesto,
husmea el griego de la Academia
y lo aniquila con su blasfemia.)
4
¡Coca! A tu arcana norma energética
rimo estas prosas de apologética.
¡Coca! Epopeya del Araucano
que al indio triste torna espartano.
Lima virreina, Lima la lueña,
no es bizantina porque es tu dueña.
Mordió Pizarro tu fibra dura
y se hizo uno con su armadura.
Alzó ciudades, cavó tesoros,
tuvo mujeres como los moros.
Hizo la guerra que hace el creyente,
fue tan avaro como valiente.
Y cachicuerno como el cuchillo
con que a los puercos mató en Trujillo.
(Tuvo en las Indias las mismas manos,
allá son reyes y acá marranos.)
5
¡Xalapa! Iglesias y costanillas,
tras de las bardas uno en cuclillas.
6
¡Campeche! Sedes. Frondas de loros.
Pintados vuelos de tocoloros.
Flautas que encantan a las serpientes,
rostros greñudos de blancos dientes.
¡Viejo Tlaxcala! ¡Boca de enigma!
¿Por qué a la sierpe torna benigna
tu flauta?¿Acaso llegas de Oriente,
flauta que encantas a la serpiente?
¡Mar de esmeralda! ¡Bosques con monos!
¡Haciendas de indios! ¡Blancos patronos!
7
¡La Pita! Verde que en cadmio quiebra
con un remedo de la culebra.
Zumo de pita. Pulque. Placeres
de Baco, y celo por las mujeres.
Melancolía del indio. Pena
de los que arrastran una cadena.
¡La Pulquería! Lento guitarro.
Bailes lascivos. Roto de un charro.
(Pulque: brebaje de gusto adusto
que el indio encuentra muy de su gusto.)
8
¡Cacao! Afrodita jardín del puma
y chocolate de Moctezuma.
El chocolate -parece cuento-
no lo inventaron en un convento.
Unos lo achacan a los Aztecas,
disputan otros si Chucumecas.
Hay sus dos credos con sus dos papas.
¡Si fue en Tabasco! ¡Si fue en Chiapas!
(Cacao en la lengua del Anahuac
es pan de dioses, o Cacahuac.
Y el nombre sabio sigue la broma,
cacao en la lengua griega: Theobroma.)
9
¡Té paraguayo del Picomayo!
Al mate dicen té paraguayo.
El mate amargo. Viento pampero.
Las vidalitas en el potrero.
Barbas caprinas, rostro cobrizo,
largas miradas de adusto hechizo.
Viejas de negra teta colgante,
de algún armenio la sombra errante.
Galopa el gaucho. Lazo tendido,
caballo al viento y un alarido.
Es el compadre que en el bochinche
dice al compadre: -Vea no lo pinche.
La Pulpería La Montonera.
La pampa enorme con su sonsera.
(¡Mate! Una negra con su canción
cebaba el mate. Yo era el patrón.)
10
¡Adormideras! Feliz neblina,
humo de opio que ama la China.
El opio evoca sueños azules,
lacas, tortugas, leves chaúles.
Ojos pintados, pies imposibles,
lacias coletas, sables terribles.
Verdes dragones, sombras chinescas,
trágicas farsas funambulescas.
Genuflexiones de Mandarines,
sabias princesas en palanquines.
Y nombres largos como poemas
que evocan flores, astros y gemas.
11
¡Verdes venenos!¡Yerbas letales
de Paraísos Artificiales!
A todos vence la marihuana,
que da la ciencia del Ramayana.
¡Oh! Marihuana, verde neumónica,
cannabis índica et babilónica.
Abres el sésamo de la alegría,
cáñamo verde, kif de Turquía.
Yerba del Viejo de la Montaña,
el Santo Oficio te halló en España.
Yerba que inicias a los faquires,
llena de goces y Díes Ires.
¡Verde esmeralda -loa el poeta
persa- tu verde vistió el profeta!
(Kif -yerba verde del persa- es
el achisino bhang bengalés.
Charas que fuma sobre el diván,
entre odaliscas, el Gran Sultán.)
FINIS
Se apagó el fuego de mi cachimba,
y no consigo ver una letra.
Mientras enciendo -taramba y timba,
tumba y taramba- pongo una +.
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