Dos siglos de Conclaves de Grifos.
De los
Hermanos de la hoja a la Plaza Cannábica.
Los cónclaves de los
grifos son una figura social que durante
mucho tiempo han pasado desapercibidos como una parte importante de la Cultura
Cannábica mexicana que esta por re-escribirse, al ser la forma de socialización
informal, inmoral e ilegal propia, particular o distintiva de los consumidores
de marihuana; con lenguaje, tiempos y lugares de consumo colectivo específicos,
siempre viviendo fuera de la ley, proscritos por naturaleza.
“Una bella mañana os
sorprende un hecho que creeís aislado: una tarde otro raro episodio os preocupa
y al fin de todos esos hechos se concatenan y os presentan en todas sus partes,
en toda su infamia, su vileza y la dantesca visión…”. (1)
Así como dice el poeta
modernista José Juan Tablada nació este ensayo dándonos cuenta de la singular
existencia de los conclaves de grifos como un fenómeno cultural cannábico
particular que se repetía sistemáticamente su presencia en las obras de muchos escritores
durante la primera mitad del siglo XX como Tablada Las misas negras de la marihuana
1908; Las sombras largas 1928,
La feria de la vida; Gamboa La llaga (1913);
Porfirio Barba Jacob La
dama de los cabellos ardientes se bebe la vida de sus amantes (1919);
Eugenio Maillefert La marihuana (1920), Victor Reko, La marihuana. El hashish mexicano (1926), Jacobo Dalevuelta El
mundo de los grifos (1930), Rubén M. Campos Aztlán, tierra de Garzas y El bar 1937, La
feria de la vida (1937), Alfonso Reyes Una visita a los infiernos
(1851); Enrique González Martínez La apacible locura (1951), José
Alvarado La mejor imagen de Porfirio Barba Jacob, Alejandro Ariciaga Camada
maldita (2004) y el autor de esta ponencia en el libro Disidencia
Psicoactiva. Movimiento Cannábico Mexicano y El marihuano en la narrativa mexicana
del siglo XX. (2)
Hace un año presente aquí
precisamente la figura literaria del personaje
marihuano y su tipología de acuerdo a la cultura cannábica. Volviendo a
utilizar los diferentes materiales literarios como fuente para la historia de los marihuanos vamos a
centrarnos ahora en la figura poco conocida, repito, pero muy difundida e
imaginada de los conclaves de grifos.
_____
1.
Tablada, José, Juan, “Las misas negras de la
marihuana”, El Imparcial, 1908.
La visibilizarían de los conclaves
de grifos o del consumo grupal no medicinal, se va gestando lenta e
invisiblemente por un sector de consumidores nuevo, los bandoleros, no es ya el
uso idolátrico de la sociedad novohispana de forma individual o el culto
cannabilatríco de Santa Rosa que se mantenía como un secreto o un monopolio
exclusivo de los indígenas, como una práctica religiosa subordinada tolerada
por la Iglesia católica, o como una tradición popular, como parte fundamental
del folclor del pueblo mexicano, sea indígena o campesino población urbana.
Ahora se presenta como una forma de sociabilidad más permisiva, de disidencia
moral y, al mismo tiempo, de resistencia cultural.
El consumo tradicional
popular de marihuana en la sociedad secular moderna tiene un contexto cultural
bastante adverso porque se considerara a esta singular práctica psicoactiva
como una acción “contra la civilización”. Contra el buen gusto y la gente de
bien. Las gentes de bien son católicos, profesionistas, controlan sus pasiones
mientras que los marihuanos pierden el control de su comportamiento individual
de forma peligrosa, hasta mortal.
Está perdida de control del
comportamiento individual, es aparente, porque las masas de pobres no tenían
ningún tipo de educación y se les considera racialmente débiles, sumando a su
desarraigo de la raíz prehispánica ni tampoco ningún lugar en el México
secular, más que soportar la discriminación múltiple (económica, racial,
cultural) de la minoría dominante.
Se afirma frecuentemente que
Lizardi no aborda la cuestión de la marihuana, muy a pesar de conocer todo lo
relacionado a la vida del pueblo y su forma de hablar de cada sector social que
refleja en sus obras literarias. No lo menciona porque el consumo de marihuana es apenas visible y tolerado,
indiferente para las clases privilegiadas. Alejado del interés primordial de la
clase gobernante. Ya con los hermanos de la hoja nos dice que
el consumo es colectivo y que tiene un lugar determinado, similar a su uso
idolátrico pero este ha perdido toda relación con su origen mestizo y se ha
distorsionado hasta llegar de nuevo a ser una característica de desventaja
social de la mayoría de la población indígena y campesina. Su consumo forma
parte de la tradición oral, algo que todavía tenía la mayoría de la población.
La marihuana siempre ha
colocado problemas lingüísticos, para filólogos, historiadores, médicos y
también al lector común, desde el propio origen de la palabra, para muchos
sigue siendo un enigma, algo que ya resolvimos en nuestro ensayo La
invención de la marihuana (2014)
y que deriva después en un prolijo imaginativo y desbordado calo
específico que surge alrededor de las diversas acciones del ritual psicoactivo
y los efectos esperados así como de sus inconvenientes.
Pero la función del lenguaje
en relación a la marihuana se hace más problemático si lo vemos en relación con
el poder, como criterio lingüístico inicial para visibilizar el consumo colectivo
de marihuana y que se diferenciara del uso tradicional en el México colonial.
Pero como la Colonia es sinónimo de
atraso se le cree ya sabida cuando se desconoce en realidad qué pasó con el
consumo de marihuana.
El lenguaje o lo que
nombramos está antes o después de la estructura del poder. Si está antes de la
estructura de dominio, se confirma que el origen es de uso popular y de
difusión oral discreta, hay controlarlo cuando se presenta como un peligro para
la moral dominante. Si está después de la estructura de dominio, ya el lenguaje
está blanqueado, legitimado, por la clase en el poder y luego volverá al mismo
pueblo donde será vulgarizado, para intégralo y volverlo con el tiempo
indiferente, aunque visible.
Por ejemplo, una de las
frases o expresiones que utiliza José Joaquín Fernández de Lizardi, dice el
investigador norteamericano Jack Emory Davis, de la Universidad de Arizona, que tiene relación
con la marihuana aunque no se diga con este nombre directamente. Apoyándose en
lo que estudio Albert L. Donnel dice que cuando Lizardi escribe sobre “los
hermanos de la hoja” se está refiriendo directa mente a los
consumidores de marihuana, los
marihuanos.
“
(gente) de la hoja:
"Como todas las casas que visitábamos eran de aquellos y aquellas que llaman
de la 'hoja,' me daban mis estregadas terribles, especialmente las
mujeres."
Al
parecer, esta frase quiere decir algo así como "rufianesco"; es con
este sentido que figura en Guzmán de Alfarache, Aventuras del bachiller Trapaza,
y en otras de las novelas picarescas. 8
También
se ha creído que "puede querer decir los marihuanos, que hoy en dio gente
de hoja se refiere a estos." 9 Interesante teoría, pero nótese: "El
polígrafo don Victoriano Salado Álvarez cree... que la marihuana no empezó a
usarse en México sino hasta muy entrado el siglo XIX. Para asegurarlo se apoya,
principalmente, en que en El Periquillo, no se menciona ese nombre ni por
ningún de germanía mexicana.”(10).”
9 A. L. Donnel, El
lenguaje del Pensador Mejicano (México, 1950), p.90.
10 Artemio de Valle
Arizpe, Cuadros (México, 1943), p. 229.”
Nos interesa destacar su
asociación con el ambiente de los rufianes porque es un ambiente social
proscrito, clandestino y nómada.
Pensamos que la
interpretación de Donnel de los hermanos de la hoja como expresión
grupal de consumo de marihuana para nosotros mexicanos resulta problemática,
porque no lo aceptamos. Pero tenemos que aceptarla debido al factor externo, la
mirada extranjera, ve lo que nosotros ya no vemos porque nos es familiar, natural.
Necesitamos siempre en la
historia de la marihuana en México, la aportación de la mirada exterior, de los extranjeros para que nos expliquen los silencios
de la historia, como decía el gran historiador Edmundo O’ Gorman, los
momentos de fracasos y derrotas, disfrazadas de dulces victorias por la Historia
oficial. No olvidemos que la marihuana es resultado del proceso de
mestizaje y que el consumo grupal se presenta en poco antes de la Independencia
por la crisis del régimen colonial, con la presencia del bandidaje.
Si el vago fue perseguido
por elegir su propio destino laboral, apartándose de la organización gremial y
jerárquica del trabajo, los forajidos y bandidos también los eran, pero
representaban una amenaza mayor para la sociedad.
Los bandidos suplantaran al
indígena idolatra como enemigo interno imaginario. Pero a diferencia del
segundo, tendrán poder, reclamaran una participación económico- social y
cuentan con una organización informal, ilegal y lucrativa.
Vamos a dar los rasgos
elementales del fenómeno del bandidaje.
“Los bandoleros impregnan
parte de la historia de México en el siglo pasado, aunque su estilo, su modo de
operar y la resonancia de sus éxitos se fueron modificando a medida que la
nación se modernizaba, siguiendo lineamientos capitalistas (…) las motivaciones
de los bandidos mexicanos parecen haber sido siempre las mismas; siempre
demandaron su participación en los beneficios de una sociedad que les daba
pocas oportunidades de prosperar.
En general, los bandoleros eran marginados ambiciosos
que querían su parte.”
Durante buena parte del
siglo XIX, los bandidos de México tuvieron poder. En algunas regiones eran
ellos quienes dictaban las condiciones del comercio.
Los bandidos no son sólo
hombres; sino también mitos. La rutina del forajido, su constante fuga de la
ley, la ocultación por tiempo indeterminado en escondites y carentes de
comodidades y el persistente temor a la traición de algún camarada no parece
impedir la admiración que se les rodea.”
Si los léperos van a
desacralizar el uso ritual en pulquerías y peluquerías, los bandidos van a
continuar con el ritual secreto de su consumo, serán los enyerbados. Por ser una
empresa económica ilegal no pueden actuar desorganizadamente.
Y al presentarse como una
amenaza para la sociedad los bandidos, como una clase criminal peligrosa, muestran
una sociedad insegura, un Estado inestable y débil, y por eso se recurrirá a
una invisibilización de esta amenaza al crear la figura del vago urbano que no
tenía tantas pretensiones como los bandoleros.
El vago será creado en 1845,
por la policía sanitaria, en un ambiente social inestable y caótico, pues no se
cuenta con definición política, entre centralismo y federalismo, y sus actos oficiales y de
autoridad son limitados y de escaso impacto social.
Y en 1846, aparece en la
prensa metropolitana las primeras referencias del consumo grupal de marihuana
desde el punto de vista médico, como una epidemia de soldados y un mal social
que amenaza con extenderse a otros sectores sociales. Y aunque demanda una
acción firme del “Superior Gobierno”, éste nada se pudo hacer contra este brote
endémico durante el resto del año y el siguiente todo el país fue invadido por
el ejército norteamericano en 1847 y el país quedo maltrecho de esta guerra.
En cuanto a la afirmación de
Victoriano Salado Álvarez, de que su aparición se dio bien entrado en el siglo
XIX, es que ya era inevitable su presencia, la invasión de la drogas está en
todos los sectores sociales. En la Belle Época en el porfiriato es a la vez la
paz de los sepulcros que posibilita el
progreso material y, al mismo tiempo, el terreno para la vida bohemia. Salado
Álvarez sabía que Hernán Cortes había cultivado cáñamo, que esa fue su
aportación a la botánica mesoamericana, y por ello es considerado un hombre
prodigioso.
En 2014, escribí en el blogs
de la Gaceta Cannábica: “Ayer en la biblioteca encontré, por
intuición que no por dato preciso, un libro del periodista decimonónico
Victoriano Salado Álvarez, donde señala que el fundador de México, el extremeño
Hernán Cortés, además de conquistador de los indígenas también fue un hombre
atraído por la agricultura y la industria.
Como vencedor de la
Conquista se adjudicó grandes extensiones de tierra, las mejores, en Tuxtla,
Cuernavaca y Cuautla cultivo el cáñamo. Y hay que añadir que también la
encomienda de Ecatepec, porque era la entrada estratégica al Valle de México,
pero con la desventaja que el suelo salitroso ecatepecano no posibilito el
cultivo de cáñamo. (Ver mi libro Efemérides de Ecatepec, San Cristóbal Ecatepec,
2008).
"Fomento la cría de los
ganados vacuno, caballar y de lana e implanto la siembra de trigo, cáñamo y
lino en sus posesiones." señala Salado Álvarez.
http://gacetacannabica.blogspot.mx/2014/01/hernan-cortes-primer-cultivador.htm
Si bien Lizardi no menciona
la palabra marihuano, señala el uso textil del cáñamo en dos tipos de tela: el cotense y la estopilla. La revista Letras
libres, en 2014, agrego otro uso de las telas de cáñamo en Lizardi el
cotense.
http://www.letraslibres.com/mexico-espana/paliacate-mascada-cotense
Del cotense dice Joaquín
García Icazbalceta en su Vocabulario de mexicanismos
(1892-1894) que es “Tela burda de cáñamo. Sirve para abrigar fardos, asear las
casas, y otros usos.” Lo documenta en El Periquillo Sarniento (1816), de
Joaquín Fernández de Lizardi.
Por su parte, en Don
Catrín de la Fachenda nos dice que este personaje picaresco viste
camisas de estopilla.
Durante todo el siglo XIX,
el consumo grupal de marihuana pasara de los proscritos bandoleros, a los
marginados soldados, léperos, presos y prostitutas. La embriaguez de la marihuana
será vista como causa de demencia y violencia homicida. No obstante que el
Estado mexicano mantiene una política punitiva y moralista progresiva también
existe una resistencia social invisible y muy popular.
De todas formas la sociedad
vive en el fin de siglo la invasión de los paraísos artificiales que tendrá
como protagonistas a del Ángel del hogar y a la minoría de
poetas modernistas, los conclaves de grifos seguirán siendo lugares solo para
las clases bajas.
Esta popularidad se dará a
través de la nota roja ya en los albores del siglo xx, en plena Pax
de los sepulcros, el lado oscuro de la modernidad porfirista,
que produjo 10 mil prostitutas y 60 mil presos, el periódico El
Imparcial, (17 de julio) en informa de la detención de una Banda
de grifos que distribuían los cigarros Rateros. La nota
informativa no tiene firma por temor a represalias de los fabricantes de
cigarros. Estos eran muy populares, en el tiempo de en Juárez, los cigarros
Grimault se anunciaban en el Diario Oficial.
Estos son desde nuestra
situación narcotraficantes, no marihuanos, porque son los distribuidores de
cigarrillos fabricados industrialmente. Quien cambiara el sentido de la
atención en los consumidores será el poeta modernista JJ Tablada, en su
artículo Las misas negras de la marihuana, (23 de julio de 1908) señala
que el consumo de marihuana es propio de los “clubes de rufianes”,
como ya lo había escrito Lizardi un siglo antes en 1816. Tablada descubre a la
sociedad de forma sensacionalista por primera vez ese mundo misterioso,
peligros y desconocido del consumo grupal de la marihuana.
Los conclaves de grifos como
forma de sociabilidad se distinguen de otras formas de diversión social.
Es importante porque es ver con la regulación
de las costumbres, el uso del tiempo libre, el cuidado de la salud en la sociedad
decimonónica, lo que está permitido y las diversas prohibiciones. El cónclave
de los grifos se diferenciara enorme y claramente de diversas formas de
sociabilidad normal que también existían como los cafés, las pulquerías,
veladas literarias que realizaban cada grupo o generación de escritores, las
tardeadas, las faunalias (orgías), y otras con horario nocturno como el bar, de
reciente llegada a México y la casa de citas, que inician a las 12 de la noche.
El horario extremo y los
lugares peligros, colocan al cónclave de grifos como un escenario de la
geografía de lo prohibido. Nada más para ver la diferencia en horarios, la
pulquería cierra a las 6, la cantina a las 10 y el bar a las 12, cuando habría
sus puertas, decíamos arriba, los templos venales.
El cónclave de grifos
aparecerá como una forma colectiva de consumo aunque con carácter clandestino e
ilegal, “vicio social”, (Reyes), “fraternidad asociativa” (Tablada)
lugares adecuados de culto con templos, altares de veneración y rito de
iniciación, creencias y jerarquías, sacerdotes, creyentes e iniciados, cantos
diabólicos.
Tablada da por primera vez
la anatomía de todo el ritual de consumo de marihuana: tiempo, lugares,
lenguaje, consumo y los resultados de toda esta práctica marginal e invisible
para el resto de la sociedad.
Asistir por la noche, al
amparo de la oscuridad y evadiendo a la policía para asistir a un Templo, con
un altar dedicado al culto de la marihuana, bajo la asistencia de un mentor
(consejero, decano, maestro.) para que adiestre a los principiantes en el rito
misterioso, abyecto de la marihuana. Todos los asistentes se sientan en círculo
y proceden a preparar los cigarros que demandan algunas habilidades y cada uno
le “da tres” fumadas para después pasarlo a otro compañero, consumir dulces
para hacer más placentero los primeros efectos estimulantes,
hiper-sensibilidad de los sentidos,
detención del tiempo, sequedad en la boca; hacer distintos cantos, caer en
ataques de risa sin motivo alguno o ya en el caso de los presos y soldados, en
la violencia.
Todos estos rasgos serán
repetidos por otros autores como Gamboa, Barba Jacob, Dalevuelta, Campos y con
las mismas cancioncillas que ellos a veces llaman cantos demoniacos. De boca a
boca, de mano en mano y de novela en novela los conclaves de grifos tienen
existencia marginal. Una forma de sociabilidad informal de larga duración, un discurso
oscuro, anti-hegemónico, de resistencia cultural.
En tiempos revolucionarios serán
lops conclaves de grifos ya dirigidos por escritores en el Palacio de la
Nunciatura con el poeta colombiano Porfirio Barba Jacob, quien fue llamado “Pontífice
de la inefable hierba” por la promoción constante del culto verde.
De las sesiones en la Nunciatura
han escrito Alfonso Reyes, José Alvarado, Fernando Vallejo. Pero que repiten en
esencia los pasos básicos del ritual del consumo grupal.
Esta tradiciones era
constatada por los conclaves en los ex conventos y vecindades como lo
comprueban Eugenio Maillefert o el periodistas Austriaco Victor Reko. En los
años 20 la marihuana es muy popular más que las prohibiciones pos-revolucionarias.
Todavía se constata hasta el
nacionalismo revolucionario con un Cannabis Club en los años 30, la
novela arrabalera describe el paisaje urbano excluyente, la estética de la
marginación, donde están los cónclaves de grifos en el México moderno de
mediados de siglo.
La Camada maldita nos describe como en los años 1970 los jóvenes
fumaban clandestinamente la marihuana siguiendo los pasos del ritual del
conclave de grifos de hace un siglo atrás. Y en el siglo XXI el consumo grupal
se presenta en la Plaza Cannábica, donde el toque no se esconde desde 2012-2016,
con más de medio centenar de asambleas públicas informativas y de
visibilizarían digna de los consumidores de cannabis organizadas por Marihuana
Liberación, Tom Hash Mafia, la Gaceta Cannábica, Eterno Femenino Ediciones.
Son sesiones colectivas de
consumo ya alejadas del ambiente clandestino, la atracción por lo prohibido o
lo ilegal…esto nos hace pensar que las prohibiciones son relativas.